PEDREA AL CÓNSUL INGLES

Pedrea
Pedrea


Por allá por el año de 1824 relata Carl August Gosselman (1800-1843) viajero que había arribado a la capital, se encontró en medio de un fuerte temblor de tierra en esta ciudad, las gentes corrían despavoridas y como era costumbre perniciosa muchos citadinos, culpaban de estos fenómenos naturales a castigos divinos, cuando no encontraban asociarlos con eclipses o malévolos presagios de brujerías o maldiciones. Cuenta Gosselman que atacaron la residencia del Cónsul Inglés y otras casas de habitación donde vivían coterráneos, con una desaforada pedrea que los obligó a pedir protección a las autoridades y andar armados.  La cusa fue: el profesar la “religión protestante”, que, para los ignorantes, había sido la causa única del sismo.