Por Gonzalo Garavito
Mucha, mucha carreta se ha echado sobre un ducho chamán. Poco sabemos acerca del tema de chamanismo o charlatanería, tampoco de hierbas o rezos especiales para que llueva o no llueva; lo cierto es que si por acá llueven propuestas de adivinos y brujos, en pocas partes de Colombia, no escampan de los mismos personajes.
Si aquel día de tantos comentarios, día de la finalización del recién pasado campeonato de Futbol Sub 20 en Bogotá, se pagó al chamán para que no lloviera. Debió ocurrir mediante el empleo de nómina paralela, pagarse una misa a San Pedro o una novena a San Isidro Labrador que con frecuencia son acertados en climatología.
Al parecer, lo que irrita a los críticos del gasto, es el pago de alguna suma poco relevante al chamán que no tenía los pergaminos ni era proveedor de servicios autorizados por el gobierno bogotano.
Se podrían unir los chamanes, hierbateros y afines para que se les acredite como profesionales, ahora que están de moda las universidades con programas virtuales, estudiarían para obtener un grado en biología montaraza con énfasis en climatología.
Preparar y hacer los trámites, disminuidos por ley, para inscribirse como proveedores de espectaculares servicios. Presentando el título obtenido como egresados de la universidad San Pedro o San Isidro, con sobresalientes notas en la materia calorimetría y pluviometría.