NAVIDAD EN BOGOTÁ

Navidad
Navidad


En estas fechas, muchos bogotanos encuentran motivos de nostalgias; el paseo a coger lama y musgo por los alrededores de la ciudad. Diciembre olía a pólvora de paz; se generaban afanes a partir del día 8 de diciembre y no antes, como sucede en la actualidad.
Para la  celebración de las velitas,  o  la víspera de  la "Inmaculada  Concepción”,  se  encendían fogatas y colgaban farolitos en la noche; al otro día,  ya la gente invadía las aceras de la carrera 13 en el barrio Chapinero,  o en el centro las de la Calle Real o  carrera séptima y las aledañas que mostraban vitrinas fantásticas con alegres iluminaciones. En muchos barrios se colocaban festones y se pintaba el pavimento. Entonces se quebraba el silencio y empezaban a sonar los totes, los torpedos, los triquitraques. Las breves nubes de humo invitaban a la fiesta y a la reunión en familia.  Se empezaban  a desempolvar los  pesebres  que renacían de las cajas guardadas durante todo el año; se colocaban sobre un encerado todas las figuras tradicionales que no en pocas oportunidades  eran las mismas que habían puesto la mamá o la abuela.   Algunas de la figuras mostraban un deterioro natural y dejaban ver el blanco del yeso de fondo, las orejas del burro o el buey aparecían con hocico pelado, posiblemente Melchor Gaspar o Baltasar también tendrían raspaduras de viejas Navidades.   Los que generalmente se salvaban eran los personajes principales de la alegoría; la Sagrada Familia.  La novena iniciaba, como en esta época el día 16 de diciembre y en muchas casas se invitaba a vecinos a celebrar reuniendo familias y amigos, para degustar los manjares preparados por la familia de anfitriones.   Los corazones de los niños vivían alborotados de alegría y se les veía en cada novena prendiendo pólvora después de haber cantado los villancicos tradicionales luego de haberle pedido al Divino Niño y abrazarse, como reza la novena, en fervorosos deseos de verle y recibirle sacramentalmente. 
Que bellas Navidades que se han ido para siempre;  ya no truena el cielo con los totes de miles de voladores,  sus fugaces luces imitaban alegres las estrellas que en esta temporada brillaban en noches despejadas.  Tampoco  se ven los globos, ni se viven los afanes para echarlos a volar buscando el petróleo, su combustible natural,  a última hora. 
 Se han prohibido  estas formas de celebración para evitar que hayan niños quemados; aceptamos y acatamos esas normas necesarias, que en algunos de nuestros casos protegen a nuestros hijos o nietos.  También, y lo olvidaba, jugábamos a los Aguinaldos, especialmente “al dar y no recibir” o “al sí y al no”.  Todo ha pasado, y en muchos hogares se ha remplazado la invocación de la novena  por la televisión y la Internet.  Navidad ahora no huele a musgo, ni a pólvora ni se ven niños jugando con chispitas Mariposa,  pero queda  algo importante, la aceptación y la convivencia con el Papá Noel y el árbol de Navidad que compite de tu a tu con el bello pesebre cachaco.  Las inmensas celebraciones con afán comercial, no se puede negar, que aportan inmensa alegría con sus  vivas iluminaciones,  pero  siempre, siempre,  aunque parezca que pasara a segundo plano,  todos sabemos en el corazón que se conmemora el nacimiento del Niño Dios, es decir el inicio de la era cristiana, por allá hace 2011 años.
Por  Gonzalo Garavito S.